Harina de otro costal
Tiene por fuera la apariencia de un caserón de pueblo pero basta cruzar el umbral para acceder a un mundo fabuloso. El impresionante molino que hay en el vestíbulo, excepcionalmente restaurado, es la seña de identidad del lugar. Harina de otro costal, nombre que introduce y juguetea, y que hace honor a ese glorioso pasado aún tan presente de la vieja fábrica harinera de Trigueros.
Presentaciones literarias, intercambios culturales periódicos con Portugal y Cuba… Todo encuentra cabida en la antigua factoría, muestra inigualable de patrimonio industrial, convertida en punto de encuentro y convivencia, para hacer buenas migas en torno a un almuerzo o a una agradable velada teatral y musical a la luz de la luna de verano.
En tiempos en los que el valor añadido es clave para el éxito de cualquier proyecto, Harina de otro costal tiene un factor que lo hace un poco más inigualable: adentrarse en el mundo creativo de uno de los más grandes artistas plásticos que ha tenido Huelva. Hace 25 años que la inspiración de Seisdedos vaga entre estos muros y es en su estudio de la primera planta donde plasma sus volúmenes en los lienzos. En la zona contigua a su refugio, de antiguos talleres formativos, se puede ver siempre parte de sus fondos, entre los que destacan esculturas de los primeros 70 que dan una dimensión mayor a su obra posterior, que redimensiona, a su vez, un espacio único, alimento del alma, para gozo de la cultura onubense. Es el milagro de la fuente del alimento eterno.
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